Acabo de conocer a un hombre maravilloso, es de ficción, pero no se puede tener todo... (Cecilia, La rosa púrpura del Cairo)

sábado, 25 de septiembre de 2010

Los Viajes de Sulivan: Una comedia americana


Sullivan’s travels (USA, 1941)


Año: 1941

País: USA

Duración: 90 mins.

Director: Preston Sturges

Guión: Preston Sturges

Reparto: Joel MacRea (Sullivan), Veronica Lake.

Sinopsis: John L. Sullivan un reconocido director de acción desea rodar una película que refleje el sufrimiento de los más pobres, alejándose del cine de entretenimiento que le había dado fama. Decide iniciar un viaje por el país como un vagabundo para conocer la situación de los desheredados. Sus primeros intentos fracasan hasta que conoce a una actriz que decide seguirle. En un momento dado es asaltado y dejado inconsciente en un vagón de tren que se dirige al sur, allí es encarcelado por atacar al operario de ferrocarriles que le encuentra y condenado a trabajos forzados. Así conocerá el verdadero sufrimiento y tendrá una revelación que le hará cambiar sus ideas sobre el cine.

Preston Sturges es un director un tanto olvidado. Marginado quizá por la fama de los genios de la comedia clásica como Lubitsch o, posteriormente, Billy Wilder. Sin embargo fue capaz de realizar una de las mejores y más inteligentes comedias de todos los tiempos, una comedia que ninguno de los ilustres exiliados europeos habría sido capaz de realizar.

Los viajes de Sullivan es una gran comedia y una comedia eminentemente americana, no sólo por los escenarios en que se filma sino por el mensaje final de la misma. En su recorrido por los Estados Unidos Sullivan visita lugares que serán tópicos de la cinematografía de aquel país: la carretera (puede ser considerara una Road Movie) y sus bares, los vagabundos del ferrocarril, los campos de trabajos forzados, las iglesias negras sureñas y muchos otros. Pero el aspecto más interesante es su idea del cine.

Para comprender esa idea es importante situarse en el contexto cultural de un país que comienza a salir de la Gran Depresión que ha poblado todo el territorio de vagabundos, mendigos y desempleados. El sistema de los grandes estudios de Hollywood hizo poco caso del aspecto tenebroso de esa realidad (con muy honrosas excepciones como Chaplin o los primeros films americanos de Fritz Lang) centrándose en producir cine de género, una maniobra que sería considerada conservadora por parte de la intelectualidad americana. Es esta tendencia al cine de entretenimiento la que Sturges defenderá en su magistral comedia.

Lo que Sullivan descubre en su viaje tiene mucho que ver con la naturaleza humana, con una necesidad del hombre que ha sido muchas veces soslayada, su necesidad de entretenimiento, de distracción. Esto es lo que Sullivan encontrará en una de las mejores escenas de la historia del cine; descubrirá, por decirlo así, su función en esta vida. Sullivan se dará cuenta a la vez la fatuidad de los acomodados directores de cine que pretenden mostrar una realidad que desconocen a aquellos que viven en ella y la necesidad que los más miserables tienen de olvidar, aunque sea temporalmente, su situación en el mundo.

En un momento de su condena a trabajos forzados Sullivan y los demás presos son llevados a una iglesia donde, tras asistir a los oficios, se proyectará una película. Sturges filma la entrada de los presos en la iglesia, localizada junto a un brumoso pantano, con la solemne banda sonora del espiritual Go down Moses cantada por los negros, tras acabar el canto se apagan las luces y se proyecta una película de Pluto. Sullivan asiste a la algarabía que los presos y los trabajadores negros organizan al verla y es ahí cuando comprende que el cine es uno de los pocos consuelos que éstos encuentran en sus vidas.

El mensaje de Sturges no es en absoluto frívolo y superficial. Muestra la banalidad que rodea a los intelectuales que se creen paladines de la moral, ironiza sobre el papel de los medios de comunicación (el seguimiento periodístico de la primera parte de su viaje donde va cómicamente seguido por un autobús), muestra descarnadamente la experiencia de lo real que Sullivan finalmente encuentra, busca el realismo en sus diálogos y en sus personajes, busca al menos una verosimilitud necesaria para toda gran película en tanto que habla de lo que importa al ser humano, pero no cae en la pretensión de contar la verdad o describir la realidad sino que crea, por así decirlo, una que no sólo entretiene sino que hace pensar.

Sería estúpido decir que Sturges aboga por un cine de entretenimiento vacío como el que se produce masivamente en Hollywood hoy en día con el único objeto de vencer en la carrera por las cada vez más exiguas taquillas, o creer que condena el cine social. Todo esto es algo que la propia película descarta en tanto que su principal motivación surge de una profunda sensibilidad por la situación que le rodea y sobre la cual sin duda es una brillante reflexión. Lo que Sturges rechaza es la peligrosa vacuidad del que se cree en posesión de la verdad y en esto el tiempo, sin duda, le dará la razón.

Si comparamos la calidad del cine de género y de entretenimiento que se produjo durante los años 30 y hasta la intervención de los Estados Unidos en la segunda guerra mundial con el cursi e irreal realismo socialista que defendía la jerarquía soviética podemos hacernos una idea de por qué los primeros vencieron la Guerra Fría. La preocupación por el bienestar del ciudadano demostró ser más efectiva que el sacrificio por un estado abstracto. No se trata de situar la película en un bando de la contienda y, simplemente, hacer apología del mismo, está claro que este sistema de bienestar y consumo tenía y tiene graves problemas (y es su lógica centrada en el beneficio económico la que ha llevado al cine a la situación en que hoy en día se encuentra), pero sí mostrar que esa preocupación por el entretenimiento es la que ha permitido a los americanos marcar de forma indeleble el mundo occidental y cualquier cinéfilo (y cualquier persona culta en general) debe admitir que algo bueno tendría.