Acabo de conocer a un hombre maravilloso, es de ficción, pero no se puede tener todo... (Cecilia, La rosa púrpura del Cairo)

jueves, 28 de octubre de 2010

Fanny y Alexander: No sólo por el placer


Año 1982
País: Suecia
Duración: 197
Dirección: Ingmar Bergman
Guión: Ingmar Bergman
Reparto: Gunn Walgren, Ewa Froeling, Jarl Kulle, Erland Josephson, Allan Edwall, Boerje Ahlstedt, Mona Malm, Gunnar Björnstrand, Jan Malmsjö, Mats Gergman, Bertil Guve


Ingmar Bergman es, para mí, el mejor director de la historia del cine. El título de este blog, así como la foto que lo acompaña son un homenaje a él. Quizás es por esto por lo que aún no me he atrevido a comentar ninguna de sus películas. ¿Por cuál empezar? Tratándose de un director cuyas películas “malas” son excelentes, resulta difícil resaltar una sola. Así que me he decidido por la primera que vi: Fanny y Alexander.


Fanny y Alexander fue originalmente una serie de televisión que después se adaptó a largometraje. Cuenta la historia de dos hermanos y de su familia, casi todos gente de teatro. Tras el fallecimiento de su bondadoso marido la madre de los hermanos decide casarse con un pastor protestante, esto producirá un cambio en la vida de los niños. El padrastro impone sus estrictas normas desde el principio, trasladando a la familia a su austera casa donde él y sus hermanas imponen su disciplina de manera férrea. Al final de la historia los niños consiguen huir de ese oclusivo ambiente que terminará, o eso parece, con la muerte del pastor. Se trata pues de una película acerca de la infancia, una de las más maravillosas así como una de las más terribles y de las más íntimamente bergmanianas.

Bergman decía que miedo es el principio de toda obra de arte y nos atreveríamos a añadir que la infancia es el principio de todos los miedos. Algo que nos permite pasar a un plano más personal de análisis si lo cotejamos con la vida del director sueco. Si bien la dimensión biográfica de una obra debe ser lo menos importante en tanto que sólo puede ser rastreada por los conocedores del autor convirtiéndose, en el peor de los casos, en una forma de egolatría artística (pondría como ejemplo de esto la, para mi, sobrevaloradísima película Ocho y Medio de Fellini), en Fanny y Alexander es muy esclarecedora de las intenciones e incluso del pensamiento estético del director sueco. En este caso, además, nos vemos impelidos a ello ya que contamos con unas interesantísimas memorias que dieron título a este blog y que arrojan luz sobre este periodo de la vida del autor.


Podemos ver al leerlas como la película es producto de recuerdos biográficos del director y gran parte de las escenas son claramente reflejo de hechos de su infancia, los azotes del pastor, las fiestas de navidad, la fascinación por el teatro, los dioramas, la linterna mágica, etcétera. Aunque aquí me quiero centrar en una ya que aparece claramente desfigurada: el padre. No cabe duda de que el pastor es un trasunto del verdadero padre del director, pastor luterano también él. En este caso hay una cosa que debe llamar la atención, la distancia. Bergman apenas se aleja de su biografía más que para crear un primer padre bondadoso, se sumerge y se recrea en una familia paterna en la que el niño Alexander recibe cariño y comprensión. La pregunta que me surgió al leer las memorias, en las que se hacía evidente esta transposición, fue acerca de la necesidad de ese alejamiento que será el que generará realmente la obra alejándose así del mero recuerdo y traduciéndolo y vertebrándolo. Para ello tengo una respuesta tentativa.

Toda obra de arte surge del miedo, decíamos, y probablemente toda la cultura surja de él. Sin embargo surge como producto de la necesidad de alejar o espantar ese miedo, de tomar distancia y tratar de alejar lo temible. La cultura sería una construcción compleja que permite al ser humano alejarse de una realidad que le depara una vida escasísima y extraordinariamente limitada en conocimientos en medio de la inmensidad del tiempo y el espacio. Así el hombre se sumerge en la cultura (en sentido amplio) y habita en ella como en una segunda naturaleza, por usar las palabras de Kant (La idea no es novedosa, gran parte de la filosofía de los últimos 150 años se ha preocupado de este tema). Y es así como surge un arte del miedo a través de la distancia, la estilización artística del mismo miedo y mi idea es que todo Fanny y Alexander parte de los miedos de la infancia concreta de Ingmar Bergman y la transposición de padre en padrastro es una muestra de la forma en que se trata de alejar de ella.

Sin embargo toda gran obra de arte es sincera y ésta lo es a pesar de los artificios. Es por ello que los miedos se muestran como miedos vivos, irracionales y confusos, sólo expresables por símbolos o metáforas, ya que un miedo, por definición y mientras sea tal al menos, no se entiende y no se explica con conceptos. Por eso en Fanny y Alexander Bergman incluye un elemento simbólico: los fantasmas. Éstos son recurrentes en su filmografía y aunque no son del mismo tipo, suelen representar algo que vuelve del pasado o el anuncio de una desgracia por venir. Algo que siempre produce cierto temor aunque sea fascinante, algo intraducible.

En este caso la película está enmarcada por fantasmas y apariciones. Comienza con un signo de lo que está por venir: una estatua que se mueve y la muerte que arrastra su guadaña por la alfombra del salón vacío, sólo para los ojos de Alexander. Esto anuncia la trama, la muerte del padre, el fin de la felicidad, el cambio de un ambiente lujoso y artístico por la castrense vida bajo el pastor, etcétera. A su vez, al final de la película, aparece otro fantasma más interesante. Mientras Alexander se aleja libre al fin del pastor, recuperando a su antigua familia paterna, cuando la película se encamina hacia un final feliz y lleno de alivio, algo vuelve del pasado por la espalda y a traición, un solo instante, antes del final. No especificaré más aunque se puede deducir qué es.

Este último fantasma cierra la trama pero permite abrir otra dimensión de interpretación. ¿Qué quiere decir? ¿Es sólo la incapacidad del depresivo director para acabar con un final feliz? Posiblemente sí, aunque esto tiene una razón de ser. La cultura no puede extinguir el miedo, sería su fin en tanto que se alimenta de él, por eso el miedo vuelve al final porque el miedo; el que aprende Alexander en su infancia o el que se nos muestra cada día, siempre estará ahí, la cuestión es como lidiar con él. Siguiendo la “traducción” biográfica de la película, Bergman- Alexander y mirando la filmografía del sueco es evidente como éste alimenta sus obras de sus miedos más cercanos: la soledad, la locura, la vejez, la muerte, el desamor, pero es quizá en Fanny y Alexander dónde está su concreción primigenia, por así llamarlo, su vertiente más personal, uno se atrevería decir su psicoanálisis personal. Su intento de exorcismo no acaba del todo bien porque la cultura ahonda en el miedo muestra su más descarnada realidad y aunque el curso de las cosas sea hermoso al final siempre vuelve a mostrar su cara transfigurada pero la misma. Por eso sigue ese ciclo. Esto se puede ver claro en la historia de la humanidad, se puede ver como la cultura ha desvelado la realidad, ha ido mostrando la pequeñez del hombre y la inmensidad del universo, su escaso valor moral y como, a su vez, esta cultura ha mantenido vivos a los hombres, ha alargado sus vidas, mejorado sus condiciones, les ha dado lo poco de lo que pueden enorgullecerse los seres humanos, su carácter distintivo.

Fanny y Alexander no trata de decir sólo eso pero las ideas de Bergman no pueden andar lejos, por eso la leyenda sobre el diorama de un teatro que Alexander observa al comienzo de la película reza algo bastante extraño, para un juguete infantil pero bastante alegórico si se piensa en lo que antes se ha dicho de la cultura
: No sólo para el placer.

2 comentarios:

  1. Gracias por incluir en el Blog al genio Bergman.
    Hoy en día, que las series lo abarcan todo, el tamaño de la mejor empequeñece hasta la nada ante esta apabullante obra de arte. No puedo ser parcial. Adoro el cine de Bergman y su lietratura.

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  2. Como no incluirlo, es mi director preferido, ya vendrán más.

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