Acabo de conocer a un hombre maravilloso, es de ficción, pero no se puede tener todo... (Cecilia, La rosa púrpura del Cairo)

lunes, 11 de octubre de 2010

Fitzcarraldo: Lo inútil y lo terrible.



Año 1982

País: Alemania- Perú

Duración: 157

Dirección: Werner Herzog

Guión: Werner Herzog

Reparto: Klaus Kinski, Claudia Cardinale, Miguel Ángel Fuentes, Paul Hittscher, José Lewgoy

A finales de los años sesenta el cine alemán, que no había dado demasiadas películas importantes desde el final de la República de Weimar y la desbandada de sus grandes genios, resurge a través de directores como Völker Schlöndorff, Rainer W. Fassbinder, Wim Wenders o Werner Herzog recuperando prestigio internacional y respeto de los críticos. De entre estos heterogéneos directores es, para mí, este último el que desarrollará una forma más personal y profunda de entender el cine.

Herzog es, sin duda, un personaje. Criado en una aldea de Baviera no tuvo idea de la existencia del cine hasta los doce años y hasta los diecisiete no hizo su primera llamada telefónica. Recorrió Europa a pie durante su adolescencia. Y desarrolló una técnica cinematográfica extraña y autodidacta. Werner Herzog es también uno de los directores más cultos y filosóficos de la historia del cine. Es por ello uno de los pocos directores, quizás junto a Ingmar Bergman, capaz de escribir libros maravillosos.

Es por ello que se agradece la reciente publicación de los diarios de rodaje de Fitzcarraldo titulados La conquista de lo inútil. Este libro es según Herzog “lo mejor que ha hecho” algo que es, seguramente cierto. No sólo porque permita apreciar y valorar mejor la película sino porque pone al descubierto la, por así llamarla, concepción filosófica del cine, de su labor y, en definitiva, de la vida que le ha tocado vivir. Más allá de las anécdotas divertidas o angustiosas narra el tour de force creativo que supuso la realización de una película en el Amazonas y los esfuerzos tan titánicos como absurdos por trasladar un barco desde el río Camisea al rió Urubamba atravesando una montaña.

Las motivaciones de Herzog pueden no ser, desde algunos puntos de vista, adecuadas y a veces tiene una actitud un tanto cuestionable hacia algunos de los indígenas que se jugaron la vida en esa tarea. Sin embargo, la profundidad de la obra estriba en que muestra de la necesidad humana de rodearse de lo inútil, de acometer tareas que carecen sentido en nombre de ideas que transcienden la mera supervivencia, tareas que conducen a situaciones terribles y, muchas veces, a la muerte incluso. En cierto sentido esta es la tarea de todo lo que se ha considerado arte, una hermosa inutilidad con la intención, aunque sea mediada política o religiosamente, de transmitir ideas o de expresar aquello que queda en los márgenes de la racionalidad humana. Casi siempre que este arte ha sido grande ha requerido, de una forma u otra, sufrimiento.

Esto se aprecia al comprender como la película se funde de una manera calculada con la realidad. La historia de Fitzcarraldo pasando un barco a través de la montaña para comerciar con un caucho que le permita conseguir el dinero para llevar un teatro de ópera a la jungla se funde con los problemas logísticos de la producción y con el empeño de Herzog de hacer pasar efectivamente un barco sobre esa montaña. Este, por así decirlo, realismo consiste en tratar de filmar los extremos más fantásticos de la realidad, para ello lleva al equipo y a si mismo a situaciones francamente límites. Puede entenderse la necesidad que el director alemán tiene de crear a su alrededor un caos para generar arte con una frase que suele decir: “me interesan más los defectos que la parte buena de las personas, nuestro aspecto amable es igual para todos, pero en los defectos es donde se conoce la verdadera naturaleza de las personas”. Por eso todo su cine (hasta sus documentales) surge de situaciones extremas y de personajes extremos, donde estallan los aspectos más ocultos de la personalidad, por eso la música, los personajes, los guiones, incluso las localizaciones se mantienen en un sutil equilibrio entre el sueño y la locura. Ese es el realismo y esa es la crudeza del cine de Herzog.

10 comentarios:

  1. Hoy he visto a mi perro coger un hueso del cocido. Me he pasado varios minutos viendo como se aferraba a el. Las mil perrerias que pasa Herzog, expresadas "con la desquiciada furia de un perro", pasando de lo mas amorfo (las múltiples referencias a lo podrido), hasta el final, lo 'morfo', la película entera, el libro entero, y sin referencias a la utilidad me han recordado, al final, al imperativo categórico.

    ResponderEliminar
  2. No sé que decirte. A mi Herzog me parece un inmoral. Trata a las personas como medios para sacar obras de arte, nosotros se lo perdonamos por el arte y porque los que participan luego se sienten orgullosos pero no sé...
    Su forma de seguir el "deber" si que es kantiana pero no sé si pasar un barco por una montaña es la ley moral del pecho de kant y si lo es en el de Herzog creo que debería considerar algunas cosas.
    Dicho esto creo que lo que consigue es lo que llamo el realismo de Herzog, mostrar personajes tal como son. Creo que es algo recurrente, gente extrema, situaciones extremas y sórdidas de las que salen películas crueles y poéticas como los personajes que retrata.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que excelente comentario. Pero debes entender que el director viene de una cultura donde el ser es sólo una pieza del engranaje. Esa forma de ser sólo creo individuos megalomanía.Es la maquinaria humana contra la máquina natural. Es la lucha entre titanes en evolución. Es como hasta ahora la pelea entre civilización y naturaleza. Gran película!

      Eliminar
    2. Callad blasfemo! No hay arte sin egiosmo! Sin miseria! Sin dolor! Sin orgullo! Sin mierda y sin amor. Herzog no supo que existía un teatro y el cine hasta que tuvo casi 20 años. Era ignorante y vivían muy atrasados en su família. No esta completa la esencia del cine sin lo que hizo Herzog. Un conquistador de lo inútil.

      Eliminar
  3. No es pedante, otra cosa es que aun no pueda entender algunas cosas,principalmente porque no he visto la película, además acabo de hacer el deber de filosofia que nos puso el profesor y tengo la cabeza hecha un lío (jajajaja, es broma)
    Clara M.

    ResponderEliminar
  4. ¡Hey, Pedro!
    No sabía que tenías blog, vaya sorpresa.
    ¿Te gustó Bobby Blue Bland?
    Estoy en tu lista de seguidores. Pásate por el mío, si te apetece. Nos vemos en el instituto.

    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
  5. Corrección exacta: Es una cuestión formal, con una relación exclusiva en el propósito formal de hacer una película. Por lo que toca a pasar un barco o no, a como trata a algunos aldeanos, eso ya es una cuestión de la manera en que dota de contenido la norma, bastante inhumano. En este sentido no vale la ética kantiana, pero me pareció chocante que, en ultima instancia, y por lo que se refiere a su comportamiento con respecto a la "idea" de arte sea tan puritano (¿pietista?), es decir, haga de la no utilidad su bandera.

    ResponderEliminar
  6. En eso estoy del todo de acuerdo, es eso lo que lo defiendo. Hay un kantismo profesional (por así decirlo) exacerbado, siempre que tengamos como kantismo la falta de un telos final en el arte.
    De cualquier manera lo que sí veo cercano a "lo bello y lo sublime" es su concepción del arte.
    Ars gratia artis o L'art pour l'art. Es la base de todo gran arte desde el siglo XIX, aunque el resultado no es tan "inútil",(como siempre depende del contenido que le des a la palabra útil) el problema es, por así decirlo, el didactismo. Ejemplo: El acorazado Potemkin u Octubre, al final sólo son piezas de museo. Sólo introducen una revolución en el montaje pero son panfletarias y triviales.

    Y ME QUEDO MUY A GUSTO DICIENDOLO

    ResponderEliminar
  7. Visioné Fitzcarraldo cuando todavía no me afeitaba y me marcó mucho.
    El caso es que Herzog llega la tira de tiempo contando la misma historia, como demuestra una de sus obras recientes: Grizzly Man, todo un hit, potente como la película de la que realizas este acertado análisis pero mucho más terrible porque construye un metraje a partir de filmaciones reales.
    Es como si por fin hubiera encontrado al protagonista de estas historias locas sobre huidas sin fin. Si no la has visto, te la recomiendo.

    ResponderEliminar
  8. Sí, he visto Grizzly man, quiero escribir sobre los documentales de Herzog y es el mejor,no me cabe duda de que es cierto lo que dices casi siempre hace la misma peli (aunque a mi me encanta). Hay un par más en que encuentra gente parecida. Te recomiendo uno que hizo para National Geographic que se llama Encuentros en el fin del mundo y trata acerca de la gente que vive en la Antártida, es lo mismo pero coral aunque menos terrible. También hay otro sobre un tío que diseña globos ultrasilenciosos para filmar las copas de los árboles en las selvas vírgenes; curioso. Creo que se llama el diamante blanco o algo así. Por otra parte, lo curioso es que Fitzcarraldo existió, Pere Rubio conoce su casa en Iquitos.
    Muchas gracias por entrar y comentar mis grandilocuentes onanismos. Yo sólo me mantengo como parásito de tu blog...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar